sábado, 16 de julio de 2016

Rio 2016.... el salto alto sin un gran protagonista...GianmarcoTamberi lesionado...



El hombre de los dos rostros, Gianmarco Tamberi, a un lado con barba, rasurado el otro, en un antagonismo que el atleta acentúa antes del salto, con su mano de perfil sobre la boca, siente hoy la dicotomía, la cara y el envés, el blanco y negro, por resumir, como una realidad lacerante, lejos del juego de un gesto de serenidad antes de enfilar el listón.


Sintió la separación de dos mundos el viernes en Mónaco, cuando en el plazo de dos saltos pasó del récord de Italia (2,39 metros), que le daba la victoria, a un doble (¿innecesario?) empeño sobre 2,41, que acabó en un lesión de cierta gravedad y, sobre todo, de suprema inoportunidad.


El campeón de Europa y campeón del mundo en pista cubierta se queda sin Juegos Olímpicos y el atletismo pierde un protagonista joven y con ese magnetismo que tanto se necesita en las pista. La estrella emergente sufre una rotura parcial en el deltoideo, el ligamento interno del tobillo que lo une con la tibia y, por lo tanto, equilibra la articulación donde manan los saltadores. Y con la confirmación de la lesión, en sus primeras declaraciones, este sábado, Tamberi viajaba, entre preguntas circulares, al dramatismo del viernes.


La escena resultó estremecedora. Primero, en su sentido emocional más positivo, el que nace de ver a cualquier hombre, sólo con sus dos piernas y el esfuerzo y el ingenio de horas de entrenamiento, situar su cuerpo por encima de dos metros y 39 centímetros. Entusiasmo también al comprobar que una vez superado el límite conocido, el atleta decidía buscar más allá, alentado por los dioses, que caben en una mano. Por detrás suyo habían quedado, por primera vez, dos de ellos,Bondarenko y Barshim, dos de los cinco atletas en la historia que han superado el 2,41. En el horizonte, Tamberi veía más cerca que nunca a Javier Sotomayor, el plusmarquista de la disciplina desde 1993, con 2,45 metros. Tamberi tenía un año cuando el cubano voló a una altura jamás alcanzada ni revalidada.


Los hay que intentan superarse una vez y abandonan, con un aplauso a la grada. El italiano quiso más. Decía este sábado, para justificar su 'cabezonería' en el 2,41: "Cualquiera que practique deporte sabe como funciona". No es del todo cierto. Los hay que interpretan el deporte con un cálculo tan rácano como rentable, sin riesgo. "Nadie podía pensar en una lesión, pero a un mes de los Juegos... ¿Qué podía hacer?", se preguntaba Tamberi al salir de la clínica, con las muletas y sin respuestas claras. En las que se daba mezcló elementos favorables y contrarios, en una disyuntiva que el joven, horas antes, había decidido desempatar en beneficio de la ambición.


Nada le sobresaltó en su carrera hasta, justo, el momento de la batida, cuando el ligamento de su pie izquierdo se quebró, el atleta arrolló el listón y, en adelante, cada segundo que pasó, durante un minuto, fue añadiendo dramatismo: se agarró la planta del pie, levantó el brazo pidiendo ayuda, gritó tibio, clamó después, suplicó clemencia, se tapó la cara, intentó levantarse y al pisar se desplomó, arrastrándose por el suelo, mientras comenzaban a rodearle compañeros y en la grada su padre y entrenador se cubría también el rostro.


Sirvan como consuelo sus 24 años recién cumplidos.

Fuente http://www.elmundo.es/

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